En una decisión histórica, cuyos precedentes hay que
buscarlos siete siglos atrás, el Papa alemán anunció este lunes su renuncia al
pontificado, que quedará vacante a partir del 28 de febrero. “Para gobernar la
barca de san Pedro y anunciar el Evangelio”, dijo en latín, por sorpresa,
durante una ceremonia de canonización en la Santa Sede, “es
necesario el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que en los últimos
meses ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para
ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”.
La decisión fue
difundida por Twitter una hora antes de decirlo. Parece ser que tiene problemas
de salud, aparte de los problemas ya conocidos con el Vaticano.
El papado de
Benedicto XVI ha estado caracterizado por las luchas internas en el Vaticano para
limpiar la iglesia de pederastas y banqueros corruptos.
El portavoz del
Vaticano descartó la posibilidad de que Ratzinger pueda interferir en la labor
del nuevo pontífice. El cónclave se celebrará a lo largo del mes de marzo, y
son 110 los cardenales con posibilidad ser elegidos —el resto, hasta 209,
tienen más de 80 años y por tanto no pueden aspirar ya a la silla de Pedro—. Y,
aun en medio de la sorpresa, ya circulan las primeras quinielas, destinadas
posiblemente a no cumplirse.
Los
que más suenan son el italiano Scola, el canadiense Ouellet y el austriaco
Schoenborn.
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