miércoles, 6 de febrero de 2013

Tragedia en Brasil.


     La madrugada del domingo 27 de enero, a las 2:30, el vocalista de la banda Gurizada Fandangueira encendió la bengala que prendería fuego a la discoteca Kiss, en Santa María, Río Grande do Sul (Brasil). Una chispa alcanzó el material aislante del techo, el cual empezó a arder, produciendo una intensa y tóxica humareda. Al darse de lo que estaba sucediendo, los asistentes a la fiesta, todos universitarios, intentaron huir, pero los guardias se lo impidieron. Tras derribarlos, se produjo una avalancha de gente, en la que algunas personas quedaron atrapadas bajo la multitud. Además, los que consiguieron escapar se encontraron con todas las puertas cerradas, incluyendo la de emergencia. Al final de la noche se contabilizaron 233 fallecidos.


     En la redacción de nuestro periódico pensamos que esta tragedia se podría haber evitado. Como ya dijimos,  las únicas puertas , la principal y la de emergencia, se encontraban bloqueadas por los guardas; de no haber sido así, se habría, al menos, paliado el desastre. Otra gran imprudencia fue la de los extintores. Al activarlos para intentar extinguir el incendio, la mayoría de ellos se encontraban vacíos, y la discoteca no estaba equipada con ningún tipo de boca anti-incendios.

     También nos encontramos que no todas las licencias de funcionamiento estaban en orden, por lo que el local tendría que haber estado cerrado.Esperemos que esta tragedia sirva para tomar conciencia de la gravedad del asunto y, aunque a estas alturas del Siglo XXI no debería ocurrir, resolver la gran irresponsabilidad de los gobiernos en la supervisión de las licencias de este tipo de establecimientos.

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