miércoles, 27 de marzo de 2013

Derroche al vuelo.

      Hace dos años, el 25 de marzo del 2011, se celebró un acto oficial de inauguración del aeropuerto de Castellón. Se daban por terminadas las obras, aunque no había fecha prevista para el primer vuelo.

     Aquel 25 de marzo, Camps y el presidente provincial del PP competían por ensalzar la importancia de la obra. “Castellón está en lo más alto de la historia de España en este momento”, proclamó saisfecho el expresidente valenciano. Y Fabra: “Comienza la transformación socioeconómica de Castellón”. No importó que no se hubiera iniciado ni uno solo de los proyectos urbanísticos que debían servir para atraer a los futuros pasajeros.


     Este aeropuerto está localizado en las inmediaciones de Villanueva de Alcolea y Benlloch, en la provincia de Castellón. Desde su construcción carece de operaciones o permisos para operar, y se ha convertido internacionalmente en un símbolo del derroche.

      En una de las entradas al aeropuerto se construyó una escultura de 24 metros de altura que preside la rotonda, inspirada en el expresidente de la Diputación Provincial Carlos Fabra, y se terminó de montar en alrededor de un mes. Esta escultura obra del reputado escultor Juan Ripollés está presupuestada en casi 300.000 euros.


    Desde entonces, en las instalaciones del aeropuerto se han organizado visitas guiadas que fueron declaradas ilegales por la Junta Electoral al coincidir con la campaña electoral del pasado mayo.

     También se han organizado partidas de caza a causa del exceso de conejos en las instalaciones, imagen que nos hace ver otro de los múltiples usos que se le pueden dar a un aeropuerto español.

     Dos años después, el aeródromo sí que ha puesto a la provincia en el mapa mundial, pero no en el puesto deseado. En este tiempo, diarios como The Guardian, The Telegraph, The New York Times y otros medios de prensa han definido la infraestructura como un ejemplo de lo que es el derroche.

     Actualmente un grupo empresarial comprará el aeropuerto por doscientos millones de euros  cuando las obras realizadas en el auropuerto costaron  ciento treinta y ocho millones lo que supone un gran beneficio pero ha de decirse que su mantenimiento es de alrededor de 300.000 euros al año.

     En su momento, Carlos Fabra dijo no estar loco por inaugurar un aeropuerto sin aviones. Dos años despúes, algunos comienzan a dudar de su cordura.



     


   



     En la imagen podemos ver el aterrizaje del primer avión que 
utiliza las pistas del aeropuerto de Castellón, un espectácular 
DIN-A3 perfectamente doblado y con una simetría envidiable.

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