miércoles, 5 de junio de 2013

Violencia en el parque.

     Desde el lunes 27 de mayo se concentraron en el parque Gezi, uno de los pocos espacios verdes en Estambul, un grupo de manifestantes en contra de la demolición del mismo. En su lugar, el gobierno turco pretende construir un centro comercial y reconstruir un cuartel militar histórico. A lo largo de la semana, la policía antidisturbios había intentado desalojar el parque, consiguiendo únicamente el mayor seguimiento de la manifestación. Al final de la semana había más de mil personas congregadas, entre ellas diputados, artistas, intelectuales... Se había formado una especie de campamento, con tiendas de campaña, tenderetes con comida y bebida, pancartas...

     Pero a las cinco de la madrugada del viernes, la policía antidisturbios volvió a atacar, esta vez con mucha más violencia. Utilizaron, además de la fuerza física, gas lacrimógeno y cañones de agua, provocando más de 100 heridos, uno de ellos con la pérdida de un ojo, 1 muerto y 63 detenidos."Atacaron a las 5 de la mañana (del viernes) con los cañones de agua y el gas lacrimógeno, entonces había unas mil personas en el parque, la gente se asustó y huyó", comenta Baran Civan, un estudiante de 22 años que ha participado en las protestas desde el primer día y uno de los cerca de 150 manifestantes que seguían cantando y aplaudiendo en esta plaza.También añadió, "estoy seguro de que no es sólo sobre el parque, es acumulativo, la gente está empezando a pensar sobre el Gobierno". Esta lucha también sucede en una calle cercana, la avenida Istiklal, donde otro grupo de manifestantes se enfrenta a la policía.

    Esta violencia utilizada en la represión de las manifestaciones no debería ser utilizada. Y menos en este caso, donde la manifestación es pacífica, sin ningún tipo de provocación por parte de los manifestantes. Además, el gobierno turco está infringiendo un derecho reconocido no solo en la mayor parte de las constituciones, sino también en los derecho humanos.

    Pero esto no es un hecho aislado. Tras estos sucesos, se están produciendo más manifestaciones  a lo largo y ancho de Turquía, como en Ankara, la capital. Esto manifiesta de una manera mucho más fuerte el descontento del país con su gobierno, y sobre todo con su primer ministro, Erdogan. Más que nada, porque estas ciudades no tienen nada que ver con el famoso parque, desencadenante de la primera protesta.

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